Los dos textos de Umberto Eco dedicados a los temas de este título son por varias razones
singulares: no constituyen otra historia del arte, son una antología, una reseña, de textos que
reconstruyen las ideas de belleza y de fealdad que se han manifestado y discutido a lo largo
de la historia de Occidente. Por esto se hace la antología, la reseña, desde una sensibilidad
actual, por ello estos textos conforman, a nuestro modo de ver, una estética.
La belleza es vista en la naturaleza, en el cuerpo humano, en los astros y en muchas otras
cosas y para esto se recurre a los textos de filósofos, científicos, escritores, místicos,
teólogos, a los testimonios de los artistas, pero a través de estos documentos se puede
entrever también el sentir que de la belleza ha tenido la gente ordinaria, a lo largo de las
épocas, sin obviar las contradicciones y conflictos que se pueden observar en una misma
época.
La fealdad, en cambio, como podremos ver, no ha sido definida por filósofos y artistas en
extensos tratados sino en alusiones marginales, por esto una historia de la fealdad no puede
basarse en testimonios teóricos sino en la misma representación visiva y verbal de cosas y
personas consideradas feas. Para esto el autor se remite y se limita a la cultura occidental,
para evitar confusiones y porque considera que los conceptos de belleza y fealdad son
relativos a los periodos históricos y a las culturas particulares. Y en esto intervienen, además,
criterios políticos y sociales, no estéticos.
Bello y feo son entonces relativos a los tiempos y a las culturas aunque se ha tratado de
verlos como definidos en relación con un modelo permanente y este modelo es el mismo
hombre, si compartimos el criterio que nos adelanta Eco, siguiendo a Nietzsche, el hombre se
pone a sí mismo como norma de la perfección, lo bello es lo que le devuelve su imagen y, en
consecuencia, a lo que evidencia su degeneración (agotamiento, pesadez, senilidad,
cansancio, envilecimiento, convulsión, parálisis, disolución, descomposición) reacciona con el
2
juicio de valor “feo” (Eco, 2007, 15) . No podemos dejar de agregar, sin embargo, que la forma
que tenemos de vernos, el modelo que somos para nosotros mismos, también es histórico,
cambia, remite a los periodos históricos y a las culturas. La pregunta y de alguna manera la
apuesta del autor, es si este modelo y por ello las ideas de belleza y fealdad, no obstante los
cambios, mantienen algunas características constantes.
Bello es lo que nos place, y en algunas épocas se ha hecho un nexo entre bello y bueno, es
decir, una acción virtuosa, algo conforme a principios ideales, que implica esfuerzo, caridad,
sacrificio, sin embargo, por egoísmo o temor, podemos preferir no compartir experiencias
semejantes. Esta distancia nos permite definir como bello un bien que no deseamos,
hablamos de belleza cuando nos place algo por lo que es, sin desearlo ni querer conquistarlo.
El sentimiento de la belleza se diferencia del deseo, y por ello del orgullo, los celos, la codicia,
la envidia y la avidez.
Identifica Eco entonces, en su estética, la belleza con las cosas que los seres humanos han
considerado bellas, coincide en esto con la llamada teoría institucional de la estética; otro
criterio que lo guía es que la identidad, típica de la modernidad, entre arte y belleza, no es tan
obvia como creemos, algunas teorías reconocen sólo la belleza del arte, subvalorando la de la
naturaleza, pero otras hacen todo lo contrario y otras, aun privilegiando la belleza natural, no
dejan de reconocer que el arte puede representar bellamente la naturaleza, hasta la
naturaleza peligrosa y repugnante. Cita, el autor, las ideas sobre el arte -al no querer hacer
otra historia del arte- cuando estas ponen en relación arte y belleza, pero debe documentarse
por lo general en el arte porque han sido artistas los que han narrado lo que consideran bello;
fuera del ámbito del arte, los pueblos, los hombres hacen cosas que consideran bellas, sin
duda, pero de ellas nos quedan pocas referencias escritas que nos digan por qué las
consideran bellas. Por esto debemos recurrir a los textos literarios y filosóficos de la época en
cuestión.
De los pueblos “primitivos”, en el ámbito de la cultura occidental, quedan testimonios artísticos
pero en los textos teóricos no es fácil discernir si estaban destinados al uso religioso, cotidiano
o a la contemplación. De otras culturas, ricas en textos poéticos y filosóficos, es siempre con
3
muchas precauciones que podemos establecer identificaciones con los conceptos
occidentales de bello, bueno, justo, etc.
Explanation: